Página 36 - Libro de Lengua y Literatura 1 de Décimo Grado
La tragedia moderna en occidente
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(Sale FILÓSTRATO.)
Hipólita, te he cortejado con mi espada e, hiriéndote, tu amor he conquistado. Mas voy a desposarte en otro tono: con festejo, celebración y regocijo.
(Entran EGEO y su hija HERMIA, LISANDRO y DEMETRIO.)
EGEO: ¡Salud a Teseo, nuestro excelso duque!
TESEO: Gracias, buen Egeo. ¿Qué noticias traes?
EGEO: Acudo a ti consternado a denunciar a mi propia hija Hermia. Acércate, Demetrio. Mi noble señor, este hombre tiene mi consentimiento para unirse a ella. Acércate, Lisandro. Y, mi augusto duque, este otro le ha embrujado el corazón. Sí, Lisandro: tú le has dado tus poesías y con ellas has cambiado prendas de amor. En el claro de luna le has cantado a su ventana, afectando con tu voz tiernos afectos, y en su mente tu imagen has sellado con pulseras hechas con tu pelo, sortijas, adornos, caprichos, baratijas, ramilletes y confites, seductores de la incauta juventud; con astucia a mi hija has cautivado, y has trocado la obediencia que me debe en tenaz insumisión. Gran duque, si ella aquí, en tu augusta presencia, se niega a casarse con Demetrio, yo reclamo el antiguo privilegio ateniense; puesto que es hija mía, yo dispongo de ella: o se la entrego a este caballero o a la muerte, como de forma expresa estipula nuestra ley para este caso.
TESEO: ¿Qué respondes, Hermia? Considera, hermosa joven, que tu padre debe ser para ti como un dios. Él te dio belleza; sí, y para él tú eres como imagen estampada en cera: queda a su albedrío conservar la figura o borrarla. Demetrio es un digno caballero.
HERMIA: También Lisandro.
TESEO: En sí mismo, sí; pero en este caso, al no tener la venia de tu padre, el otro debe ser tenido por más digno.
HERMIA: Ojalá que mi padre viera con mis ojos.
TESEO: Tus ojos debieran ver con su juicio.
HERMIA: Suplico, mi señor, que me perdones. No sé lo que me ha dado el valor, ni si es conveniente a mi recato defender ante ti mi pensamiento. Mas te ruego, mi señor, que me digas lo peor que puede sucederme si me niego a casarme con Demetrio.
TESEO: La pena de muerte o renunciar para siempre al trato con los hombres. Por tanto, bella Hermia, examina tus deseos, piensa en tu edad, mide bien tus sentimientos y decide si, al no ceder a la elección paterna, podrás soportar el hábito de monja, encerrada para siempre en lóbrego claustro, viviendo como hermana yerma de por vida y entonando tenues himnos a la frígida luna. Las que, venciendo su pasión, emprenden tan casto peregrinaje son tres veces benditas, pero en la tierra es más feliz la rosa arrancada que la que, ajándose en intacto rosal, crece, vive y muere en bendita doncellez.
HERMIA: Pues así he de crecer, vivir y morir, señor, antes que ceder mi privilegio virginal al hombre cuyo no querido yugo mi alma se niega a obedecer.
TESEO: Considéralo despacio y, con la luna nueva, el día en que mi amor y yo sellemos un contrato de unión sempiterna, ese día prepárate a morir por no acatar el deseo de tu padre, a casarte con Demetrio, como quiere, o, en el altar de Diana, a hacer voto de perenne abstinencia y celibato.
DEMETRIO: Querida Hermia, cede. Lisandro, somete tu falaz pretensión a mi claro derecho.
LISANDRO: Demetrio, tú ya tienes el amor de su padre: tenga yo el de Hermia. Cásate con él.
EGEO: Cierto, burlón Lisandro: él tiene mi amor, y con mi amor le daré lo que es mío. Como ella es mía, todos mis derechos sobre ella se los transfiero a Demetrio.
LISANDRO: Mi señor, soy de tan noble cuna como él y de igual hacienda. Estoy más enamorado, mi
Glosario
- excelso: Elevado, alto.
- augusto: Que infunde o merece gran respeto y veneración.
- confite: Dulce de azúcar.
- venia: Perdón de una ofensa.
- lóbrego: Oscuro, tenebroso.
- sempiterna: Que dura siempre.
- falaz: Embustero, falso.