Página 78 - Libro de Lengua y Literatura 2 de Octavo Grado
¿Qué es un relato policial?
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del doctor Benedict y el señor Strake. Había sido envenenada de nuevo. Por fortuna, el doctor Benedict llegó a tiempo.
Ellery se inclinó sobre el rostro de la anciana, que más parecía de yeso que de carne.
—Esas precauciones suyas, señora Hood…
—Le digo —murmuró ella— que era imposible…
—Aún así —respondió Ellery con alegría—, se hizo. De manera que resumamos. Hizo poner barrotes en las ventanas de su dormitorio e instalar una nueva cerradura en la puerta, cuya única llave llevaba encima en todo momento. Compraba su propia comida. Cocinaba para sí en esta habitación, y comía aquí a solas. Es claro, entonces, que el veneno no puede haber sido introducido en los alimentos, antes, durante o después de su preparación. Además, usted me dice que compró platos nuevos, que tiene aquí y que solo usted los maneja. Por consiguiente, el veneno no habría podido ser puesto en los utensilios de cocina, la vajilla, cristalería o platería utilizados en sus comidas. ¿Cómo se administró el veneno?
—Ese es el problema —exclamó el doctor Benedict.
—Un problema, señor Queen —masculló el señor Strake—, que me pareció ser de su especialidad más que de la policía, y el doctor Benedict estuvo de acuerdo.
—Bueno, mi especialidad es muy sencilla —respondió Ellery—, siempre que ustedes la entiendan. Señora Hood, voy a hacerle muchas preguntas. ¿Está bien, doctor?
Este tomó el pulso de la anciana y asintió. Ellery comenzó. Ella contestaba en susurros, pero con gran seguridad. Había comprado un nuevo cepillo de dientes y nueva pasta dentífrica para su aseo. No tenía dentadura postiza. Sentía aversión por las medicinas, y no tomaba drogas ni paliativos de ninguna especie. Solo bebía agua. No fumaba, ni comía dulces, ni usaba cosméticos... Las preguntas siguieron y siguieron. Ellery formuló todas las que se le ocurrieron, y luego sacudió el cerebro para idear algunas más. Por último agradeció a la señora Hood, le palmeó la mano y salió con el doctor Benedict y el señor Strake.
—¿Cuál es su diagnóstico, señor Queen? —preguntó el doctor Benedict.
—Su veredicto —pidió el señor Strake con impaciencia.
—Caballeros —repuso Ellery—, cuando examiné el agua de beber de las tuberías y grifos de su cuarto de baño, y descubrí que no se los había manipulado, anulé la última posibilidad.
—Y sin embargo, se administra por la vía oral —replicó el doctor Benedict—. Así lo he concluido, y me ocupé de pedir corroboración médica.
—Si es así, doctor —dijo Ellery—, entonces solo queda una explicación.
—¿Que es cuál?
—La señora Hood se está envenenando por su propia cuenta. En su caso, yo llamaría un psiquiatra. ¡Buenos días!
Diez días después, Ellery se encontraba de nuevo en el dormitorio de Sarah Hood. La anciana estaba muerta. Había sucumbido ante un tercer ataque de envenenamiento.