Página 72 - Libro de Biología de Tercero de Bachillerato
Procesos biológicos y fisiológicos
Resolución Página 72 - Libro de Biología de Tercero de Bachillerato
Datos para la resolución:
Pista para reflexionar
- Piensa en tus propios sentidos: además de la vista, ¿qué parte de tu cuerpo te avisa cuando el autobús arranca o frena bruscamente? Eso mismo (la porción vestibular del oído interno) o equivalentes existen en muchos animales.
- Pregúntate qué necesitan los peces para orientarse en la oscuridad o en aguas turbias. Investiga la línea lateral y los neuromastos.
- En invertebrados, busca información sobre statocistos y cómo funcionan los estatolitos para indicar posición y movimiento.
- Relaciona la morfología con la función: observa cómo los halterios de las moscas vibran y envían datos al cerebro sobre cada giro durante el vuelo.
- Consulta diagramas de los canales semicirculares y compáralos con los sensores de aceleración de los teléfonos inteligentes; ambos detectan cambios de posición y velocidad.
Explicación
Análisis de la pregunta
Se solicita explicar de qué manera distintas especies animales detectan que están en movimiento o que algo a su alrededor se mueve.
Resolución paso a paso
- Órganos vestibulares en vertebrados terrestres: Mamíferos, aves y reptiles poseen en el oído interno el laberinto vestibular (sáculos, utrículos y canales semicirculares) que, al igual que en los seres humanos, detecta cambios de aceleración lineal y rotacional. Los cilios de las células sensoriales se deforman por el desplazamiento de la endolinfa, generando impulsos nerviosos que informan al cerebro sobre la posición del cuerpo y las variaciones de velocidad.
- Línea lateral de los peces y algunos anfibios: Es un conjunto de neuromastos (células sensoriales mecanorreceptoras) ubicados en canales llenos de líquido a lo largo de los flancos. Detectan la vibración del agua —originada por corrientes o por el desplazamiento de otros seres vivos— permitiendo al pez percibir movimientos externos y propios.
- Statocistos en invertebrados acuáticos: Moluscos, equinodermos y algunos crustáceos presentan cavidades internas con estatolitos (pequeños granos minerales). El desplazamiento de los estatolitos por la gravedad o la aceleración comprime receptores sensoriales y les indica la orientación y el movimiento.
- Pelos sensoriales y receptores táctiles: Insectos como las moscas detectan corrientes de aire a través de halterios y sensilas, estructuras que envían información mecánica al sistema nervioso. De forma similar, artrópodos terrestres usan órganos sensoriales en las patas o antenas para percibir vibraciones del suelo o cambios de posición.
- Sistemas visuales especializados: Muchos animales complementan los mecanorreceptores con la diferencia de flujo óptico (cambio aparente de la posición de objetos en el campo visual) para estimar velocidad y dirección. Las libélulas y aves rapaces son ejemplos de especies que procesan rápidamente la información visual para maniobrar durante el vuelo.
Conclusión / Respuesta final
Los animales perciben el movimiento por medio de diversos órganos y receptores mecanosensoriales (vestibulares, statocistos, línea lateral), complementados con señales visuales y táctiles. Cada sistema está adaptado al medio (aéreo, terrestre o acuático) y al estilo de vida de la especie, pero todos convierten cambios mecánicos (aceleración, vibraciones, desplazamientos de fluidos) en impulsos nerviosos que el cerebro interpreta como movimiento.
Contenido Página 72 - Libro de Biología de Tercero de Bachillerato
Alguna vez has pensado...
¿Cómo perciben el movimiento los otros animales?
El movimiento... ¿se siente?
Aline Guevara
Cuando vamos en un coche, aceleramos, nos detenemos, pasamos por un bache... Sabemos que estamos en movimiento porque vemos que los objetos se van quedando atrás de nosotros. Pero no solo los ojos envían información al cerebro; también lo hace el oído. Dentro de este, hay una estructura llamada caracol que nos avisa sobre el estado de equilibrio del cuerpo.
El caracol tiene dentro un líquido y unos pelillos. Si en nuestro viaje pasamos por un bache o hacemos un movimiento brusco, el líquido del caracol se sacude y roza los pelillos. El roce se convierte en impulso nervioso.
En tal caso, el cerebro entiende que el cuerpo se ha movido. Por eso, cuando nos enfermamos del oído, de paso sentimos mareo. Durante la enfermedad, el cerebro está confundido. Pero dejémoslo aquí, pues ésa no es la confusión que nos interesa... Mejor regresemos al recorrido en auto.
Imagina que vas en un coche que avanza dentro una densa neblina. La autopista es totalmente recta y pareja, sin baches ni protuberancias. Además, solo puedes avanzar a una única velocidad. El caracol de tu oído no podría registrar el movimiento del coche.
Tus ojos no verían cómo se van quedando atrás los objetos mientras avanzas. Entonces tu cerebro interpretaría que el vehículo está detenido. No tendrías evidencia del movimiento.
Una experiencia como esta puede vivirse durante un viaje en avión. Mientras el avión no cambie de dirección o se encuentre con alguna turbulencia, mientras no te asomes por la ventana para ver el paso de las nubes, parece como si el avión no se moviera.
El movimiento que no cambia de dirección ni de velocidad se llama inercial o movimiento no acelerado. Y un movimiento de ese tipo da la impresión de no ser movimiento. Moverse sin aceleración es como no moverse.
Fuente
Tomado de Guevara Villegas, A. (2005). Un viaje especial. México: Ediciones Castillo. Aline Guevara Villegas (1974). Científica mexicana especialista en comunicación visual de la ciencia.