Página 192 - Libro de Lengua y Literatura 2 de Octavo Grado
¿Qué es un relato de ciencia ficción? / Estructura
Contenido Página 192 - Libro de Lengua y Literatura 2 de Octavo Grado
—Por supuesto que se te hubiera impedido.
—Van a... —Su voz se quebró pese a que se esforzaba por mantenerla firme—. ¿Van a despedirme?
—Posiblemente —respondió Calvin—. O tal vez te asciendan. Depende de lo que yo piense cuando haya terminado.
—Va usted a desmantelar a El... —Por poco se le escapa el nombre que hubiera reactivado al robot y cometido un nuevo error. No podía permitirse otra equivocación, si es que ya no era demasiado tarde—. ¿Va a desmantelar al robot?
En ese momento se dio cuenta de que la vieja llevaba una pistola electrónica en el bolsillo de su bata. La doctora Calvin había venido preparada para eso precisamente.
—Veremos —temporizó Calvin—, el robot puede resultar demasiado valioso para desmantelarlo.
—Pero ¿cómo puede soñar?
—Has logrado un cerebro positrónico sorprendentemente parecido al cerebro humano. Los cerebros humanos tienen que soñar para reorganizarse, desprenderse periódicamente de trabas y confusiones. Quizás ocurra lo mismo con este robot y por las mismas razones. ¿Le has preguntado lo que ha soñado?
—No, la mandé a llamar a usted tan pronto como me dijo que había soñado. Después de eso, ya no podía tratar el caso yo sola.
—¡Yo! —Una leve sonrisa iluminó el rostro de Calvin—. Hay límites que tu locura no te permite rebasar. Y me alegro. En realidad, más que alegrarme me tranquiliza. Veamos ahora lo que podemos descubrir juntas.
—¡Elvex! —llamó con voz autoritaria. La cabeza del robot se volvió hacia ella.
—Sí, doctora Calvin.
—¿Cómo sabes que has soñado?
—Era por la noche, todo estaba a oscuras, doctora Calvin —explicó Elvex—, cuando de pronto apareció una luz, aunque yo no veía lo que causó su aparición. Vi cosas que no tenían relación con lo que concibo como realidad. Oía cosas. Reaccioné de forma extraña. Buscando en mi vocabulario palabras para expresar lo que me ocurría, me encontré con la palabra «sueño». Estudiando su significado llegué a la conclusión de que estaba soñando.
—Me pregunto cómo tenías «sueño» en tu vocabulario —Linda interrumpió rápidamente, haciendo callar al robot.
—Le imprimí un vocabulario humano. Pensé que...
—Así que pensó —murmuró Calvin—. Estoy asombrada.
—Pensé que podía necesitar el verbo. Ya sabe, «jamás soñé que...» o algo parecido.
—¿Cuántas veces has soñado, Elvex? —preguntó Calvin.
—Todas las noches, doctora Calvin, desde que me di cuenta de mi existencia.
—Diez noches —intervino Linda con ansiedad—, pero me lo ha dicho esta mañana.
—¿Por qué lo has callado hasta esta mañana, Elvex?
—Porque ha sido esta mañana, doctora Calvin, cuando me he convencido de que soñaba. Hasta entonces pensaba que había sido un fallo de mi cerebro positrónico, pero no podía encontrarlo. Finalmente, decidí que debía ser un sueño.
—¿Y qué sueñas?
—Sueño casi siempre lo mismo, doctora Calvin. Los detalles son diferentes, pero siempre me parece ver un gran panorama en el que hay robots trabajando.
—¿Robots, Elvex? ¿Y también seres humanos?
—En mi sueño no veo seres humanos, doctora Calvin. Al principio, no. Solo robots.
—¿Qué hacen, Elvex?
—Trabajan, doctora Calvin. Veo algunos haciendo de mineros en la profundidad de la tierra y a otros trabajando con calor y radiaciones. Veo algunos en fábricas y otros bajo las aguas del mar.